13 de enero: Día Mundial de la lucha contra la Depresión

Todo el mundo tiene momentos en su vida en los que se siente triste o desdichado. Suele ser por un motivo concreto, no interfiere demasiado en la vida diaria y no suele durar más de una o dos semanas. Sin embargo, si estos sentimientos se prolongan durante semanas o meses o se agravan tanto que empiezan a afectar a todas las áreas de su vida, puede que estemos ante una depresión que requiere de ayuda especializada. Más de 300 millones de personas la sufren en el mundo, cifra que incluye a famosos, deportistas y celebridades.

La prevalencia de la depresión está aumentando y, sin embargo, todavía existe la percepción errónea de que es un problema de actitud, no una enfermedad. La Sociedad todavía considera a estos enfermos como personas débiles, que podrían hacer más por sí mismos e, indirectamente, vuelca en ellos toda la responsabilidad de lo que les ocurre. Esta apreciación suele sostenerse en cierta banalización del problema, al confundirse con trastornos más leves del estado de ánimo como la tristeza, pero también por la dificultad de realizar un diagnóstico certero y por el estigma social, que tiende a ocultar la realidad.

Existen “factores de riesgo” genéticos y alteraciones en la neurotransmisión del Sistema Nervioso Central que influyen en el desarrollo de la depresión grave. También hay factores de riesgo ambientales, que pueden interactuar con los factores de riesgo genéticos y neurobiológicos para aumentar o disminuir el riesgo de desarrollar estas enfermedades.

La depresión en la mujer tiene el doble de prevalencia que en el hombre y en muchas ocasiones está relacionada con la perimenopausia y el ciclo reproductivo. Alrededor del 12% de las mujeres embarazadas sufrirá depresión durante el embarazo, mientras que entre el 15 y el 20% se deprimirá durante el primer año después de haber tenido el bebé.

Con todo, la depresión es una enfermedad mental crónica que se puede tratar y que, en muchos casos, se cura. El diagnóstico temprano y la adherencia al tratamiento son claves. Según la gravedad de la depresión, el tratamiento puede consistir en una intervención psicológica, una medicación antidepresiva o en una combinación de ambas.

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